La maravilla de ser extraños
Últimamente he estado pensando en el momento en el que conocí a mi novio. La primera vez que hablamos a solas, ninguno de los dos pensó que terminaríamos como lo hicimos. Fue una conversación algo superficial que duró solo unos minutos.
Y es que piénsalo ¿cuántos extraños se han convertido en las personas de nuestro día a día, en nuestros mejores amigos, cómplices, o almas gemelas?
Puedo recordar la primera vez que vi, que hablé, con muchas de las personas que hoy en día forman parte de mi rutina...
Thalía, una compañera de la facultad, a la que siempre puedo acudir para buenas pláticas y risas aseguradas. Era el primer día de clases, estaba sentada en una banca y me senté a su lado. Recuerdo estar a punto de preguntarle si era de primer ingreso, pero los nervios me ganaron y me quedé callada convenciéndome de que lo más probable es que fuera de otro semestre. Y una vez dentro del salón, la vi entrando con su particular cabellera y se sentó al otro extremo del aula.
Irlanda, gran amiga de la facultad. La primera vez que la vi e interactué con ella, yo estaba en la mesa donde se juntaba su grupo de amigos, de quienes solo conocía a una chica, Sam, y llegó corriendo con una cartulina y dos botes pequeños de pintura. Tenía que hacer una tarea improvisada y la idea que yo le dí, fue la que ella había pensado. Fue un click instantáneo.
Y es que piénsalo ¿cuántos extraños se han convertido en las personas de nuestro día a día, en nuestros mejores amigos, cómplices, o almas gemelas?
Puedo recordar la primera vez que vi, que hablé, con muchas de las personas que hoy en día forman parte de mi rutina...
Thalía, una compañera de la facultad, a la que siempre puedo acudir para buenas pláticas y risas aseguradas. Era el primer día de clases, estaba sentada en una banca y me senté a su lado. Recuerdo estar a punto de preguntarle si era de primer ingreso, pero los nervios me ganaron y me quedé callada convenciéndome de que lo más probable es que fuera de otro semestre. Y una vez dentro del salón, la vi entrando con su particular cabellera y se sentó al otro extremo del aula.
Irlanda, gran amiga de la facultad. La primera vez que la vi e interactué con ella, yo estaba en la mesa donde se juntaba su grupo de amigos, de quienes solo conocía a una chica, Sam, y llegó corriendo con una cartulina y dos botes pequeños de pintura. Tenía que hacer una tarea improvisada y la idea que yo le dí, fue la que ella había pensado. Fue un click instantáneo.
El momento entre ser nada y ser todo recae en ser completos extraños.
XOXO, Ana.
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