A-MAR

Así como el mar, es más grande que nosotros, más fuerte y profundo de lo que imaginamos, sigue siendo un misterio para la humanidad, sin embargo la mayoría busca conocerlo aunque sea una vez en la vida y disfrutar de esas olas que sigilosamente te arrastran  y te arrojan a su placer.
Yo he tenido la oportunidad de conocerlo, realmente, dos veces. He intentado dominar pequeñas olas, múltiples veces; olas que lucen amigables y prometen un divertido paseo, pero al final, terminan siendo olas débiles que no logran elevarme lo suficiente. Pero solo dos veces la corriente me ha probado la inmensidad del mar.
La primera vez, estaba distraída de lo que pasaba a mi alrededor, miré por un segundo y esa ola me tomó sin preguntar, sin avisar.
La segunda vez, llevaba arrastrándome más tiempo del que creía, incluso desde antes que la primera. Pero era un movimiento tan natural que no lo percibía. 
Esas únicas dos veces que me he dejado llevar, las olas han llegado de golpe, sumergiéndome, ahogándome, me han revolcado y hecho golpear con piedras, escupiéndome fuera del mar, dejándome tendida en la arena con raspones, golpes, arena en todos lados y pocas ganas de regresar. 
Me encuentro de pie en el mar, y siento como la arena bajo mis pies comienza a arrastrarse hacia el fondo, la corriente se está fortaleciendo y puedo sentir como poco a poco me jala.
Maldición. 

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